BUEN ANIMO
UNA NECESIDAD EN LA PEREGRINACION
Hacía varios meses que Laura y Esteban vivían en un cierto periodo de abundancia o para expresarlo mejor de “prosperidad económica”. Muchas de las deudas ya estaban canceladas y las restantes iban por buen camino. Al paso que prosperaba su situación económica habían adquirido una buena costumbre, eran los primeros en llegar siempre a la iglesia. Laura con energías renovadas ayudaba en la recepción de los miembros y las visitas y Esteban hacía lo suyo junto a los diáconos y obreros. Hasta los niños pequeños se habían contagiado del buen animo de sus padres y no se hacían rogar para ayudar en las clases de la escuela sabática. Era realmente un cuadro hermoso ver a esta familia trabajar con tanta celeridad y buen animo, gracias a la influencia de ellos muchos habían conocido la iglesia en estos últimos meses y otro tanto se había animado al verlos trabajar.
Luego del culto volvían a su casa cantando himnos y elevando sus voces en oraciones espontáneas, realmente eran un testimonio vivo de la fe en Yahshua. Fue una mañana de Domingo cuando todo cambió. La enfermedad azoto en su familia cuando todo parecía estar perfecto. La más pequeña de las dos niñas que tenían, cayó enferma. Siguiendo los consejos de La Biblia rápidamente implementaron tratamientos naturistas sobre su pequeña, bajaron la fiebre y la temperatura interna del cuerpo. Luego Laura preparo un cataplasma para la zona afectada, la niña sufría un mal en el estomago. Pero nada funciono, la salud de la pobre niña comenzó a decaer rápidamente. En la noche, la llevaron de urgencia al hospital más cercano.
La niña tenía un derrame interno en su estomago, el médico les había dicho que la causa era desconocida. Esteban se arrodillo en la habitación y comenzó a orar en voz alta: “Señor, ten misericordia de tu hija”. Por consejo del médico, Esteban y su hija mayor volvieron a casa. Ya no elevaban sus voces en oración o en agradables cánticos, todo era tristeza y pesar. Llegaron a la casa apesadumbrados y abatidos. Cristina, la mayor de las niñas, se acerco a su padre y le dijo: “papá, vamos a estudiar la lección. ¡Esto va a darnos fuerzas!”. El padre le echo una mirada triste y confundida, y se alejó sin decir nada. La niña bajo los brazos como si estos pesaran más que de costumbre.
La niña estuvo enferma por varios meses, durante los cuales Laura ya no se ocupo de recibir a los invitados, cuando a Esteban le pedían ayuda este inventaba siempre una excusa nueva. Las niñas dejaron de participar en las reuniones y al poco tiempo ya no iban directamente a la iglesia. Algunos meses después de que la familia abandonara la iglesia, un hermano los encontró en una plaza un sábado por la tarde, amablemente les dijo lo mucho que los extrañaban, y les pregunto: “¿Han cambiado uds. de teléfono? Es que he intentado llamarlos varias veces y me dice que ya no existe ese número”. Esteban observo a su hermano que lo miraba con afable cariño y le dijo: “Sí, es que tuvimos muchos problemas con ese número”. El hermano no necesito hacer más preguntas el rostro de Esteban lo dijo todo: “No queremos que nos llamen”.
No es extraño ver como nos alejamos de Elohim cuando todo comienza a desmoronarse, como tampoco es extraño ver como nos aferramos de Elohim cuando todo va bien. Y entonces la pregunta surge ¿Estuvimos alguna vez aferrados de Elohim?. Ciertamente las acciones y palabras que decimos reflejan nuestra condición espiritual. Hemos pasado un día maravilloso en la iglesia, hemos cantado, hemos estudiado, hemos orado y reído con nuestra familia de la fe, pero cuando llega la noche y un problema nos azota, ¡Cuan pronto olvidamos el amor de Elohim!. Que triste escena es ver a hermanos o hermanas que por la mañana adoraban a Elohim y testimoniaban de su poder, y por la noche dejan aflorar sus más oscuros pensamientos de odio y maldiciones. El apóstol Pablo escribió a la iglesia de Corinto:
“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres” (2 Corintios 3:2).
Y en otro versículo dice:
“Porque según pienso, Elohim nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres” (1 Corintios 4:9).
Todo cristiano que así mismo se llame de esta forma toma sobre sí la responsabilidad de ser una “carta viviente”, una “carta abierta” a toda la comunidad y a todo el universo. La familia vera en nosotros si somos o no de Elohim, los vecinos hablaran de nuestras prácticas, en la comunidad seremos referencia de piedad o impiedad, de tolerancia o intolerancia. En nuestro país podemos llegar a ser ejemplo de fidelidad y fe a Elohim como lo fueron Abraham, José o Daniel.
¿Qué le decimos al universo cuando luego de una mala noche maldecimos e insultamos? ¿No negamos acaso a Elohim con nuestras palabras? Ciertamente. Nuestros actos pueden parecer actos piadosos y cargados de esperanza, pero nuestras palabras en horas de aflicción delatan que nuestra fe no es una fe viva sino una fe conveniente. “Yo creo mientras que todo este bien”. Veamos sino el ejemplo de José, el fue un hijo obediente de su padre, pero también fue un hijo protegido y mimado por este, recibía un cariño grande por parta de Jacob. Su fe no había sido puesta a prueba, de manera que Elohim preparó un camino que perfeccionaría su fe, al punto de se José muchas veces utilizado como referente del propio Yahshua. El caso de Daniel es similar, Abraham, Job, Moisés, todos estos hombres fueron hombres fieles y poderosos en la fe, pero todos ellos pasaron por el horno de aflicción, todo debieron soportar la prueba. Cierta vez escuchaba decir a un predicador una historia: “En un monte había una piedra tosca y dura, entonces un artesano la tomo y la llevo a su taller, la piedra que había sido buena y feliz, comenzó entonces a sufrir el golpe del cincel y el martillo. Entristecida por su aflicción comenzó a clamar de dolor y a quejarse por cuanta situación debía pasar, muy lejos había quedado su alabanza a Elohim y a su creación, por cada quejido ella reclamaba: - ¿por qué? ¿Dime por qué me haces esto?. Pero el artesano guardaba silencio mientras modelaba sus formas. Una y otra vez el cincel golpeaba su cuerpo dándole una forma determinada. Y entonces nuevamente subía el clamor de la piedra a los cielos. Finalmente pasaron varios meses, al punto que la piedra había olvidado por completo su fe y su esperanza, solo quedaban algunas briznas de lo que pudo haber sido una robusta creencia. Al artesano no le quedaba mucho por terminar. Y entonces la piedra clamo a fuerte voz: - Deja de golpearme, no vez que no hago mal a nadie. Todo lo que yo anhelaba era ser una hermosa piedra para Elohim, decorar sus jardines y que todos puedan ver en mi la obra de mi Elohim, ¿por qué permites Elohim que haga esto?. El artesano levanto su vista y observo por un instante a la roca. Sus delicadas formas se movían en el aire, hermosas extremidades se dibujaban ahora en ella. La piedra bajo la vista y observo su cuerpo, era la más hermosa escultura que jamás había visto, dos hombres vinieron entonces la cargaron en andas y la colocaron entre rosas y jazmines, entonces la piedra dijo mirando al cielo: Perdón yo no sabía”. ¿Será que el objetivo de Elohim al hacernos pasar por la prueba es para hacernos sufrir y nada más? ¿Será que Elohim se contenta con nuestro sufrimiento?. Cuando leemos en La Biblia las historias de Job o del propio Yahshua, vemos que el resultado de la aflicción fue una fe robusta e inquebrantable. Moisés luego de pasar muchos años en el desierto pudo llevar a todo un pueblo a través de este. Job recibió la recompensa de haber confiado en su Redentor. Daniel fue honrado por el rey y fue llamado como su mano derecha. Se dice que el apóstol Juan fue sumergido en aceite hirviendo para lograr así que renunciará a su fe, pero como esto no lo hiciera fue confinado a una isla solitaria (Patmos), en donde Yahshua recompensando sus actos otorgándole el privilegio de recibir la visión de su venida en Gloria.
Pero ¿Qué provoca en los demás un mal animo? Hay una historia bíblica que nos servirá para explicar este punto. En el libro de Números a partir del capitulo 13 se nos informa que Moisés envía 12 espías a la tierra de Canaán, el objetivo era reconocer que la tierra ciertamente era una tierra que maná leche y miel. Al tiempo de volver los espías confirman la prosperidad de la tierra:
“Dijeron: "Llegamos al país a donde nos enviaste, que ciertamente mana leche y miel. Este es su fruto” (Números 13:27).
Me imagino que todo el pueblo debe de haberse congregado en derredor de los espías para escuchar con atención sus palabras. Cuantos de entre estos habían pasado décadas bajo el yugo de esclavitud egipcia, cuantos habían sufrido bajo el rudo látigo del verdugo. Todos sin embargo, habían presenciado la liberación. Todos habían visto la mano de Elohim que “con brazo fuerte” los había sacado de la tierra de esclavitud. Ahora estaban presenciando el informe acerca de la tierra de Canaán, la tierra prometida por ese mismo Elohim que los liberó. Lo que sigue sin embargo, puede destruir la fe de muchas personas, pues luego de confirmar que la tierra era ciertamente una tierra que fluye “leche y miel”, diez de los espías se lamentan:
"Pero el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas. Vimos también allí a los hijos de Anac [una raza de gigantes]. . . La tierra que reconocimos traga a sus habitantes. Todo el pueblo que vimos en ella son hombres de gran estatura.” (Números 13:28, 32)
Todo el pueblo se lamento (Nm. 14:1), solo dos de entre los doce espías se mantuvieron fieles a Elohim y a su promesa, Josué y Caleb (Nm. 13:30; 14:6). Sin embargo, no es problema mencionar los obstáculos por los cuales debemos a veces atravesar, sino descartar a Elohim, como quién menciona a algo más poderoso. La actitud de los diez espías incrédulos [permítanme llamarlos así], es una actitud que acompañaría en muchos casos al pueblo de Elohim. Lamentablemente la presencia de estas personas, muchas veces provoca la desaparición de congregaciones enteras. Y hablando de la vida cotidiana, una vida de lloro y pesar, lo único que conlleva es dolor y alejamiento de Elohim. ¿Lo mencionamos ya? ¿Qué sucedió a Pedro? ¿Cuál fue la reprensión dada por Yahshua?, veamos:
La historia es esta, los discípulos van por el mar de galilea cuando de repente se desata una tormenta feroz, la pobre barca comienza a sacudirse de un lado a otro. Yahshua entonces andando sobre el mar se acerca a ellos. Pedro lo ve andar sobre el mar y le dice:
“Entonces respondió Pedro: ‘Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre el agua’” (San Mateo 14:28)
Nuevamente, ¿Cuál fue el problema de Pedro? ¿Cuál fue el problema del pueblo de Elohim representado ahora por Pedro?
“Yahshua le dijo: "Ven". Y Pedro descendió de la barca, y anduvo sobre el agua en dirección a Yahshua. Pero cuando Pedro vio el viento fuerte, tuvo miedo, y empezó a hundirse. Entonces gritó: "¡Señor, sálvame!"” (vers. 29-30)
¡Exacto! Concentrarnos en los problemas. Seguramente esta actitud de Pedro causo un impacto negativo en el resto de los apóstoles. Seguramente se lamentaron al verlo hundirse en el agua y pensaron que no era posible hacer esto. ¿Cuál era entonces la solución? La respuesta la encontramos en la reprensión que Yahshua le hace a Pedro:
“¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (vers. 31)
Dudar, es tener poca fe. Creer que Elohim no puede ayudarnos es deshonrar su nombre, es tomarlo en vano (me atrevería a decir), en el sentido de que no tiene poder para ayudarnos. Después de todo, la duda no es sino otra cosa que un instrumento del Diablo. En el Jardín del Edén fue la duda la que hizo que Eva probase del fruto prohibido por Elohim, creyendo, eso sí, que Elohim le había negado algo bueno para su vida. Hay un cartelito en la puerta de mi casa que dice: “No digas a Elohim cuan grandes son tus problemas. Dile a tus problemas cuan grande es tu Elohim”. No dudemos, la próxima vez que las cosas vayan mal, no dudemos. Antes bien derramemos nuestra alma en oración y pidámosle a Elohim que nos ayude a comprender y a soportar, que nuestros labios expresen las palabras de Yahshua “Señor, pasa de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. No permitamos que Satanás derribe nuestro animo y con esta forma de actuar afectemos la fe del resto de las personas. Josué y Caleb estando frente a la congregación dijeron: "Por tanto, no seáis rebeldes contra el Eterno, ni temáis al pueblo de esa tierra, porque nosotros los comeremos como pan. Su amparo se apartó de ellos. Pero con nosotros está el Eterno. No los temáis" (Números 14:9). No temáis, Elohim esta al mando.