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lunes, 23 de enero de 2012

CAMBIOS

CAMBIOS

“Respondió YAHSHUA y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Elohim” Juan 3.3

¿Por qué es tan necesario o importante que renazcamos?

“Ten piedad de mí, oh Elohim, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Elohim, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu” (Salmos 51.1-11)

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá YAHWEH” (Hebreos 12.14)

Por causa del pecado, todo el linaje humano desde Adán y hasta nuestros días, nace con una naturaleza pecaminosa. Y por consiguiente, sin un nuevo nacimiento efectuado en nuestra vida, es imposible que podamos continuar en el camino de salvación.


¿Hasta qué punto es necesario el trabajo que debe ser hecho en nosotros?

“Palabra de YAHWEH que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de YAHWEH, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice YAHWEH. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel” (Jeremías 18.1-6)

No puede ser solo un cambio externo o superficial, hemos sido llamados a que nuestra vida cambie; y cambie por completo. Tal como el apóstol lo dice: “Espíritu, alma y cuerpo”. Todo nuestro ser, toda nuestra persona debe ser hecha de nuevo, por el Padre Celestial, a través del Espíritu Santo de Su Hijo YAHSHUA.

¿Con que objetivo es que somos hechos de vuelta?

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5.14-16)

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Elohim, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Elohim; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia. Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Elohim en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras” (1 Pedro 2.9-12)

No solo es por nuestra salvación que somos hechos nuevamente; sino que al mismo tiempo en que somos transformados de “gloria en gloria”. Se nos capacita y exhorta para que seamos utiles en el camino de aquellos que aún no han llegado al conocimiento salvífico. Y una de las armas más potentes del evangelio es la de una vida consagrada y cambiada. De tal forma que podamos ser recipientes del alimento que el mundo necesita (Mateo 5.13).

Sin embargo, hoy se enseña un cambio superficial y hasta… ¿Por qué no? Un cambio en la forma o la apariencia. Un cambio que no traerá ningún beneficio sino tan solo perdida y dolor. A estos cambio me permito llamarlos CHOCOLATE y VAINILLA. El chocolate, tal como es vendido en los supermercados y almacenes, es agradable, de rico sabor y exquisito aroma; pero en el fondo sigue siendo la misma amarga y para nada saludable semilla (¿Has probado las semillas de cacao? Su sabor es amargo). Además, el chocolate contiene TEOBROMINA, una toxina muy perjudicial para el organismo humano; así, mientras a la vista es algo deseable en su interior conserva veneno para la vida humana. Algo similar sucede con la vainilla, que es endulzada con azúcar o miel, alterando así su sabor amargo.

Pero el Padre nos llama a un cambio completo. Un… deshacer la vasija de barro pecaminosa y recrearla en la imagen de YAHSHUA. Convertirnos en fruta, ¡en frutos de la vid de Israel! Para que no solo tengamos un lugar entre las preciosas ramas, sino que seamos alimento, con nuestra vida, en otros. Pero este cambio solo será posible cuando constreñido por la verdad, caigas rendido a sus pies y cuál lo hiciera David, pidas volver a nacer.

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