Archivo del blog

miércoles, 7 de septiembre de 2011

TODO TIENE UNA RAZÓN, TODO TIENE UN MOTIVO

TODO TIENE UNA RAZÓN
TODO TIENE UN MOTIVO

Para todas las cosas hay un momento, y todo lo que se quiere debajo del cielo,
tiene su tiempo” (Eclesiastés 3.1)

El tiempo ha sido descripto como un voraz enemigo del hombre, su incansable paso avanza sobre la vida de cada uno… de todos. Nadie escapa a su existencia, y todos existimos gracias a su existencia. Parece un juego de palabras, un trabalenguas quizás pero lo cierto es que el tiempo, es un compañero o un tirano, y depende de nosotros así como nosotros dependemos de él. Sí, de nosotros depende pues sin los seres mortales, el tiempo, ya no tendría sentido. Y al mismo tiempo, sin tiempo, nosotros no existiríamos. Al menos no en nuestra actual condición. ¿Cuántas veces han sentido el vivo deseo de volver el tiempo atrás?

Una vez, imagine… Imagine que por ventura, o por designio divino, era llevado 10 años atrás en mi vida, al momento cuando recién casado (y al mismo tiempo recién desocupado, por los problemas políticos que atravesó mi país), me mudaba a un local (una habitación grande que mi suegro tenía deshabitada) en la ciudad natal de mi esposa. Me imagine todo, las veces que lloramos juntos con mi esposa por las muchas necesidades que teníamos. Imagine cuando llore en silencio en aquel pequeño patio de aquel lugar, porque no había podido ver a mi esposa vestida de blanco entrando por la puerta de la iglesia. Recordé las muchas veces que nos fuimos a dormir pensando en una rica comida que no pudimos cocinar y entonces… Imagine, que de pronto yo estaba allí otra vez, con la oportunidad de no cometer los mismos errores que había cometido. Una segunda oportunidad. Casi como un cuento de ficción o como un capitulo nunca emitido de la Dimensión Desconocida.

Pero ¿saben?... Al recordar los muchos errores que cometí, me di cuenta que si subsanaba siquiera a uno de ellos, un evento en el futuro se vería afectado. Y entonces aprendí. Pues, por ejemplo, si en vez de ir a alquilar luego de encontrar mi primer empleo estando ya casado, nos hubiésemos quedado en aquel lugar ahorrando, tal vez hoy seríamos dueños de nuestra casa. Sin embargo, fue por el hecho de haber estado viviendo en una casa, en vez de en un local comercial, que decidimos tener a nuestro primer hijo, y aunque sé que no es perfecto, para mí… Sí lo es. Mi mundo, mi mundo perfecto, tiene por protagonista a mi hijo, no es un actor del reparto, es uno de los actores principales, y no podría quitarlo; él no vino al mundo de casualidad, orábamos por su llegada y la anhelábamos cada mañana o en cada fiesta familiar o de amigos en donde había niños. En mi primer hijo, se cumplieron mis sueños de ser padre. Y entonces, aprendí más…

La Biblia nos dice: “Ustedes, pues, no procuren qué hayan de comer, o qué hayan de beber: ni estén en ansiosa perplejidad. Porque todas estas cosas buscan las naciones del mundo; que su Padre sabe que ustedes necesitan estas cosas.” (Lucas 12.29,30), ahí esta la raíz de todo el asunto. Nos preocupamos por el tiempo porque olvidamos que fuera del tiempo hay Uno que se ocupa de nuestro tiempo. El salmista oraba “En tu mano están mis tiempos: Líbrame de la mano de mis enemigos, y de mis perseguidores” (Salmos 31.15).

Recordemos el pasado solo para ver la mano de YAHWEH dirigiendo cada paso, para ver las rosas que ha puesto en las espinas de nuestra vida. Las fuentes de aguas en los desiertos que nos ha tocado atravesar. La luz resplandeciente en las oscuras sendas, donde hemos dejado las huellas de nuestros pasos.

Sí, puede que hoy este pasando por uno de esos tiempos, que en él futuro pensarás que hubiese sido mejor cambiar. Pero no te aflijas, no por nada dice La Escritura: “Y sabemos que a los que aman a YAHWEH, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados” (Romanos 8.28).

Tengo un recuerdo. Mi padre, acostado en la cama de un hospital viviendo sus últimas horas de vida. Con mucho esfuerzo se incorpora en la cama y pide a mi esposa y a mí, que entonemos un himno, ese que dice: “En el monte calvario, estaba una cruz, emblema de afrenta y dolor…”, comenzamos a cantar y el se queda dormido escuchando esas estrofas. Esa misma noche, entro en coma y al día siguiente falleció. Tal vez, si pudiera, en mi humana mentalidad, cambiaría aquel pasado… Pero otro recuerdo da respuesta a esta propuesta: “No fue sino por aquella terrible enfermedad, que mi padre vio la necesidad de un salvador”…

Sí, suena conocido: “Guárdate, que no te olvides de YAHWEH tu Elohim, para no observar sus mandamientos, y sus derechos, y sus estatutos, que yo te ordeno hoy: Que quizá comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que mores, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multiplique, y todo lo que tuvieres se te aumente, y se eleve luego tu corazón, y te olvides de YAHWEH tu Elohim, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de siervos; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde ningún agua había, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fortaleza de mi mano me han traído esta riqueza. Antes acuérdate de YAHWEH tu Elohim: porque él te da la fuerza para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día” (Deuteronomio 8.11-18)
 
Me gusta una invitación que YAHSHUA nos hizo: “Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, que yo los haré descansar” (Mateo 11.28) Esa es la clave… Confiar, avanzar, avanzar, avanzar… Sabiendo que cada evento en nuestra vida tiene un propósito, y que un día, toda nuestra experiencia será parte de aquel cántico que elevaremos para adorar el Padre y al Hijo, por sus muchos cuidados.

¡Que el Espíritu de YAHSHUA, more en tu vida hoy! 




Algunas cosas para recordar...

Donde se lee Jehová, debe decir Yahweh.
Donde se lee Dios, debe decir Elohim.
Donde se lee Jesús, debe decir Yahshua.
Donde se lee Cristo, debe decir Mesías.
Donde se lee Señor, debe decir Adonai o Yahweh (Según el contexto)

Amigos